Como escribir poesía

Cómo Escribir Poesía

Cómo Escribir Poesía

Y cómo leer te puede ayudar a escribir poesía

Hay tantos bulos, tantas creencias desafortunadas en torno a la poesía, que la primera razón por la que, para escribir poesía, hay que leerla, es para darnos cuenta de lo que sí es poesía y lo que no. 

Existe una idea falsa de que, para escribir poesía, hay que utilizar palabras grandilocuentes para hablar de temas importantes pero, en cuanto empiezas a leer, sobre todo poesía contemporánea, te das cuenta de que se puede escribir sobre cualquier cosa con palabras sencillas, siempre que estén bien escogidas.  

Por otro lado, hay quien se va al otro extremo y considera que la poesía moderna no tiene ningún tipo de normas, que consiste en hablar sobre tus sentimientos sin pensar en el ritmo, en la rima ni ninguna otra figura retórica. 

Pero ni una cosa ni la otra. 

En el post de hoy, vamos a hablar sobre cómo escribir poesía y como leer te ayudará. Te contaré ….

Cuando leamos poesía contemporánea (es decir, del siglo XX y lo que llevamos del XXI) nos vamos a dar cuenta de que la poesía no está sometida a unas normas tan rígidas como en siglos anteriores pero sigue respondiendo a la aplicación de unas técnicas literarias que las convierten en textos líricos.

Pero ¿qué es la lírica?

Lírica viene de la palabra griega “lira” (un instrumento parecido al arpa) porque se refiere a la poesía que se cantaba acompañado de una lira. Luego veremos la importancia de la música en la poesía pero ya desde aquí somos conscientes de que el origen de la palabra que define a lo poético está entroncado con un instrumento musical.

Lo lírico también puede definirse en oposición a lo prosaico, es decir, a las obras escritas en prosa (no en verso), como los relatos o las novelas.

Ahora que ya sabes que es la lírica, vamos a descubrir en qué aspectos nos podemos fijar cuando leemos para darnos cuenta del carácter lírico de un poema.

Cuando sepamos detectarlos, iremos siendo capaces de usar esos recursos literarios nosotros mismos para escribir poesía.

2. La forma y el fondo en poesía

Al plantearnos cómo escribir poesía, hay dos elementos que son como la cara y la cruz de una misma moneda. Me refiero a la forma y el fondo.

– Si el poema fuera una persona, la forma sería el vestido, es decir, se refiere a todos los elementos que sirven para realzar el mensaje (el fondo), como la rima (de haberla) o la ausencia de rima, el ritmo, la disposición de los versos en la página, etc.

– Si el poema fuera una persona, el fondo sería lo que hay bajo el vestido, es decir, el cuerpo, la sustancia.

Una persona puede ir desnuda pero no resalta tanto su belleza y un vestido puede colgarse en una percha pero tampoco luce igual. Lo que destaca es la unión perfecta entre el vestido y el cuerpo, entre la forma y el fondo.

Entre los recursos literarios que podemos aprender para saber sacarle jugo a la forma y al fondo poéticos, podemos encontrar, entre otros muchos, los siguientes:

En cuanto a la forma:

a) La rima o su ausencia

Hay infinidad de tipos de rima, y está claro que no estamos obligados a usarla, pero sí es importante saber una cosa: Si uno decide no rimar, tiene que ser consistente y evitar que el final de los versos rime entre sí. 

A veces pensamos que la decisión de no rimar significa escribir lo que nos apetezca, sin fijarnos, pero no, no resulta poético rimar a veces sí y a veces no en un mismo poema.

b) El ritmo en la poesía

Como vimos antes, el origen de la poesía está vinculado a la música porque, en la antigua Grecia, donde surgió la lírica, los versos se cantaban. Y así ha seguido siendo durante muchos siglos, los trovadores cantaban las gestas poéticas y los juglares contaban sus historias en verso, con acompañamiento musical. 

Aunque hoy en día hay sitios donde se siguen haciendo concurso de improvisación en verso, es cierto que la vinculación ya no es tan fuerte, hasta el punto de que existen poetas que escriben sin ritmo, es decir, que no atienden a la musicalidad ni la medida de los versos. 

Esto es una elección muy personal, pero no olvidemos lo dicho antes sobre el vestido y el cuerpo. Lo cierto es que el ritmo, la musicalidad, es uno de los trajes que mejor visten a un poema. ¿Cómo se consigue?

c) Reglas métricas al escribir poesía

Aprendiendo a contar las sílabas, o dicho de otro modo, conociendo las reglas métricas y sabiendo qué estructuras poéticas transmiten mejor el fondo de lo que queremos contar.

Todo esto que, a veces, nos han hecho odiar en los colegios, son en realidad juegos literarios necesarios para conocer las bases de nuestro oficio de poeta. 

¿Oficio? Sí, sí, la poesía es un arte pero también un oficio, una artesanía, y el cincel y el martillo son los recursos literarios. 

d) El sonido de las palabras

Como artesanos y artistas de la palabra, no nos da lo mismo unas que otras, nuestro trabajo consiste en seleccionar las que transmitan mejor lo que queremos contar de la forma más musical posible, es decir, evitando cacofonías (palabras que cuesta leer cuando van juntas) y promoviendo figuras literarias que realcen la forma, el modo en que llega a los oídos del lector, con aliteraciones (repetición de ciertas letras para conseguir un efecto sonoro), anáforas (repetir una palabra al principio de varios versos) o simplemente leyendo en voz alta, probando a cambiar el orden de las palabras, buscando sinónimos y seleccionando el conjunto que mejor suene. 

En cuanto al fondo:

Vayamos ahora con el quid de la cuestión, el fondo, y para eso te voy a contar una historia.

Hace un tiempo apareció en casa de mi abuela una plancha de grabado. Consistía en un rectángulo de madera que tenía pegada una lámina de hierro con una partitura grabada. Mi madre me contó cómo se usaba: era el mismo método que en el inicio de la imprenta. Se le aplica tinta a la placa, se le pone un papel encima y lo mismo que hay en la placa aparece en el papel, igual que los sellos.

Me quedé pensando en que se trataba de un mecanismo parecido al de la poesía: uno tiene una emoción, la graba con imágenes en su mente y luego deja que el papel absorba la tinta del grabado.

¿Por qué con imágenes? Porque no se puede imprimir lo que no se puede ver. Lo mismo ocurre con las palabras, si hablamos de amor, de tragedia, de amistad, es difícil imaginárselo, no se podría hacer ningún grabado con eso, por eso utilizamos recursos o formas literarias, como los que vamos a seguir viendo continuación, para que los lectores puedan visualizar el fondo de lo que les queremos transmitir.

e) La metáfora

Es la reina de los recursos literarios cuando decidimos escribir poesía, precisamente por su poder evocador. 
Hacer una metáfora es establecer una comparación. El paso previo a la metáfora es el símil, que consiste en comparar usando un comparativo, es decir, “como”, “cual”, “igual que”…Por ejemplo: 

Lloró como si fuera una fuente rota.

Pero cuando no usamos el comparativo y comparamos dos cosas directamente, estamos ante una metáfora: 

Sus ojos eran una fuente rota.

Juan Arnau y Alex Gómez decían en un artículo de El País (25/06/22)

Cuando se está inmerso en lo más abstracto, la metáfora es la luz que permite aclarar las cosas”

 ¿Qué significa esto? ¿Por qué la metáfora, es decir, la comparación, ilumina lo abstracto?

Para eso hay que entender qué es lo abstracto y su opuesto, lo concreto. 

Lo abstracto son las ideas, lo pensado o sentido, lo que no se puede tocar, oler, saborear, ver u oír como el amor, el odio, la alegría. 

Son conceptos muy grandes que necesitamos comprender de algún modo y cuando hay algo que no entendemos siempre intentamos compararlo con otra cosa. 

Cuando se inventaron las máquinas que preparan comida, decidieron llamarlos “robot de cocina”, que no es más que una metáfora que nos permite comprender lo que hace este nuevo artilugio. 

La metáfora es la herramienta que nos ayuda a entender los misterios de la vida, la que nos traduce lo incomprensible. 
Por ejemplo: 

 

La boca del amor
es una copa
presta a absorber la transparencia 
y a escanciarla.

Clara Janés en “El poeta invoca la transparencia” de Diván del ópalo de fuego.

O…. 
“La longitud extrema de la noche
como un inextinguible cuchillo”

José Ángel Valente en Obras completas, p. 455

 

En el primer poema, Janés compara el amor (su boca, en concreto, haciendo una personificación) con una copa que nos permite llegar a la transparencia (que también es una metáfora de todo lo intocable, lo inexplicable, lo espiritual). 

En el segundo poema, Valente compara la noche con un cuchillo inextinguible, es decir, algo que te hace daño y que no parece acabar nunca, ¿te suena? Pues sí, el insomnio (con todos sus fantasmas y eso también sería una metáfora).

Como ves, las metáforas son los ladrillos con los que se construye un poema (y sí, eso también es una metáfora). 

f) La personificación

Consiste en imaginar que las cosas, los animales o hasta los conceptos son personas, como en el ejemplo de Janés: “la boca del amor” ¿Es posible que el amor tenga boca? En poesía todo es posible gracias a las figuras retóricas, como la contraria a la personificación:

La cosificación: en la que las personas, los animales o cualquier ser animado nos convertimos en cosas.

A veces no hace falta usar todo, sino que con una parte tenemos suficiente, en ese caso estaremos usando la: 

Sinécdoque: una figura literaria que usa la parte por el todo, por ejemplo:

Las 50 botas hicieron retumbar el edificio”

O el todo por la parte: 

Vino la Policía” (cuando en realidad vinieron unos agentes, no todo el cuerpo de policía)

– Pero si relacionamos la obra con el autor, la causa con el efecto o el símbolo con lo que simboliza, estaremos hablando de metonimia. Por ejemplo:

Se pasó una hora contemplando el Goya”
“Le afectó el sol”
“Tocó los laureles”

g) La adjetivación

Hay otras figuras literarias que iremos desgranando en futuros artículos, pero queremos acabar con una de las claves de la poesía de calidad: la adjetivación. 

Una de las lecciones más importantes de poesía me la dio José Hierro en un curso de verano de la UIMP. Se me grabó para siempre:

El adjetivo que no da vida, mata”. 

Te recomiendo que lo escribas en un Post-it y te lo pegues en un sitio donde lo puedas recordar cuando escribas. 

¿Por qué es tan importante? Porque existe la falsa idea de que para transmitir algo tenemos que llenarlo de adjetivos. Pensamos que cuantos más pongamos, mejor se entenderá. Pero los adjetivos son como los cuadros, cuantos más pongamos, más se satura el espectador y al final no ve nada. Mejor elegir uno o dos, pero bien elegidos. 

Y así, con imágenes potentes y adjetivos bien seleccionados podrás ir dibujando un cuadro de palabras que ya sólo tendrás que transmitir volcándolo sobre el papel, como si fuera un grabado de algo que antes estaba oculto, invisible, dentro de ti, y que ahora ya puedes compartir con otros.

Estas técnicas retóricas también se pueden adaptar para escribir novela. Si te interesa más la narrativa, en este artículo sobre cómo escribir una novela encontrarás las claves de ese género. 

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