PELIGRO DE EXTINCIÓN
Como si adormecidos por un dios invisible
no viéramos apenas
desgajarse el contorno de las cosas,
tendidos e indolentes,
sin voluntad para salvarnos.
Y fuéramos perdiendo la agudeza
del águila imperial certera y ágil,
se nos nublara la visión del lince
y no viéramos ya
más allá de los pasos engañosos.
Y hubiéramos perdido el rumbo,
flamencos que no encuentran las marismas
rosadas de la calma.
Y no pudiéramos dormir
en el invierno
como atemorizados osos pardos,
temblando con las garras vueltas hacia la rabia.
Y en picado cayéramos
fugaces como el vuelo
de un halcón peregrino
y al llegar al final
de este viaje suicida
sólo quedara un fiel quebrantahuesos
para dar fe de que existimos.