
SON ELLAS, LAS PALABRAS
Me visten, me despluman,
ponen sobre mi lengua un velo pudoroso,
me despojan del sueño y me proveen de alas.
Son toda mi fortuna,
en su búsqueda, cruzo los océanos
las compro por los zocos; las caras, las humildes,
regateo por ellas,
se las robo a las madres
y a los niños inquietos.
Las diseco y reviven,
se me escapan y sufro.
Vuelvo loca a buscarlas,
a arrancarlas del lecho
donde siempre dormitan.
Las ordeno y se ríen,
las nombro y se confiesan,
siempre acuden a mí,
lentas e inoportunas,
cuando ya no hacen falta.
O me llevan a terrenos pantanosos,
ponen mi pie en arenas movedizas,
y se dan a la fuga
como seres inútiles.

PAREJA DE PUMAS
Somos una pareja sanguinaria,
fieras irremediables en busca de alimento.
No nos importa
la belleza lunar de las gacelas
ni el gorrión indefenso de cualquier madre ausente.
Sólo buscamos la supervivencia,
por más bellos que sean los ocasos
por más que nos acoja
la bóveda del cielo,
sólo la fugaz luna que muestran nuestras fauces
sabrá perpetuar el mortal brillo
de la pupila hiriente.
Y así, cuando no somos ya veloces
y volvemos, cansados, a ver a los cachorros,
enfundamos las uñas en las garras,
y al arroparnos y lamernos mientras
alimentamos a las dulces crías,
nadie nunca podría sospechar
que fuéramos capaces de entregarnos
tanta feroz ternura.

PELIGRO DE EXTINCIÓN
Como si adormecidos por un dios invisible
no viéramos apenas
desgajarse el contorno de las cosas,
tendidos e indolentes,
sin voluntad para salvarnos.
Y fuéramos perdiendo la agudeza
del águila imperial certera y ágil,
se nos nublara la visión del lince
y no viéramos ya
más allá de los pasos engañosos.
Y hubiéramos perdido el rumbo,
flamencos que no encuentran las marismas
rosadas de la calma.
Y no pudiéramos dormir
en el invierno
como atemorizados osos pardos,
temblando con las garras vueltas hacia la rabia.
Y en picado cayéramos
fugaces como el vuelo
de un halcón peregrino
y al llegar al final
de este viaje suicida
sólo quedara un fiel quebrantahuesos
para dar fe de que existimos.

FLOR CARNÍVORA
Allí,
donde tiempo más tiempo más tiempo
no es nunca igual a tiempo.
Clara Janés
Recuerdo bien la oscuridad latente
de aquel bosque embrujado donde perdí mis pasos.
Al principio las ramas las movía el silencio.
Los revividos nudos
de las raíces
me apretaban con fuerza la garganta.
La savia del bosque corría
atropellada por mis venas
y era un clamor
de grillos y serpientes venenosas.
Las sombras palpaban mis ojos,
tan solo a veces una luz a tiempo
me mostraba el abismo
mientras las águilas bicéfalas
sobrevolaban impacientes.
Un calor volcánico emanaba de la tierra
y la lluvia, más tarde, no calmó las heridas.
Las hojas se cayeron y brotaron
flores y frutos nuevos que cayeron
y brotaron flores y frutos.
Todo era tan rápido y tan efímero…
Como borrasca giraba Fortuna
sobre mi cabeza y el tiempo
era una flor carnívora que me iba devorando
muy lentamente.

BÚSQUEDA
Dime, ave mía, dónde
dime hacia dónde y cómo
dejarte salir de mi adentro.

LEVANTE
Sólo tus manos son para el desorden,
viento que entra en mi casa sin permiso,
deshoja libros
como abanicos tristes
y borra las palabras aprendidas.
Tiende emboscadas en los tragaluces,
golpea los espejos interiores,
tira los avisperos, vuela las hojas muertas,
desata la calima
que nubla la visión y los sentidos.
Me rompe los contornos
de mí misma y me esparzo
en un cielo infinito.
No me da ni un respiro para buscar las piezas.
De nuevo irrumpe,
vuelca las lámparas,
incendia las cortinas,
borra los márgenes de la decencia.
Trae las nubes alborotadoras,
el epicentro fiel de los delirios,
amaina,
embiste,
ata, silba, enfurece.
No sabe controlar su intensidad.
Tan sólo echa por tierra,
con la fuerza de un vórtice magnético,
el orden imperfecto de mis años.

SOSTENIDO MENOR
Vivimos junto a las gaviotas,
erguidos en el viento,
sostenidos como una inquietante sinfonía,
de pie contra el dolor,
de pie sobre el amor que sustenta la fuerza,
de pie sobre el vacío.
Debajo; las mareas corrompidas.
Todo lo arrastra el viento,
todo lo arrastra.
Mas nosotros –pensamos–
no podrá con nosotros.

Letras de tierra
Soy yo:
te hablo
desde los minerales.
Mi voz de savia y clorofila
se alimenta de luz
de lluvia
y de recuerdos.
Nunca me he ido de tu lado,
nada ha cambiado mucho, si lo piensas,
sigo ocupada en la belleza,
en el perfume
de la flor que antes regaba
y dentro de la que ahora crezco.
Sigo pensando en ti
y te querré
desde todas las cosas que tú ames.
No olvides aspirar mi fragancia
y no olvides vivir.
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